apreciadas amigas y amigos,

Con motivo del relevo en mis responsabilidades del trabajo, me he sentido estos días muy halagado y he de agradecer de todo corazón, las palabras tan amables que he recibido.

Ante todo os debo confesar que los supuestos méritos de mi trayectoria profesional son el resultado de una serie de pequeños prodigios de los cuales he disfrutado. El prodigio de unas personas de alta calidad humana que se han integrado en etapas sucesivas al minúsculo equipo profesional inicial.

He tenido la suerte de contar siempre con el apoyo de la Dirección general, El Sr. Insensé , con su fuerte y acaparadora personalidad, de quien todavía conservo una de sus notas (escritas a mano en un trozo de papel, que a menudo te encontrabas unidas con un clip a los informes que revisaba), "vigila, vigila y sigue vigilando", El Sr. Ferràs que en momentos difíciles valoró positivamente mi trabajo, y el Sr. Pagés que me ha evidenciado su confianza incondicional, y me ha obsequiado con un talante abierto, transparente, riguroso y cordial.

Dejar la Caja, el trabajo de cada día, y especialmente los compañeros, es perder muchos estímulos, muchas satisfacciones, que hará falta buscar y encontrar en otros ámbitos.

No os quiero hablar, pero, de mi estado de ánimo, lo que si querría es repasar, en vuestra compañía, estos cuarenta y seis años, que hace que estoy vinculado a la Caja. Os invito pués, cuando tengáis tiempo, a dar un paseo por una historia muy personal y condicionada por las experiencias vividas.

Algunos capítulos de esta historia he tenido el gozo de vivirlos, compartiendo los trabajos y las desazones con muchos de vosotros. Ahora os propongo compartir su recuerdo.

Y para los más jóvenes, aquellos quienes conocen poco nuestro pasado, me gustaría que estas notas les ayudaran a valorar lo que hemos conseguido, y les estimularan a trabajar para conseguir todavía mucho más.